miércoles, 22 de mayo de 2013

Mi grandioso rincón

Me paro, cojo aire y comienzo a pensar en todas las emociones que han sido originadas en mí a lo largo del día. Todo aquello que ha hecho que llore, que ría, que extrañe, o simplemente, que medite...Entonces aparece en mi mente la imagen de un lugar, un lugar entrañable, acogedor, cálido, con aromas peculiares, las cuales reconozco muy bien, y con un toque de amor. Es mi hogar.

Entendemos por hogar aquel lugar en el que somos como queremos, en la medida en que podemos, nos comportamos de forma libre y autónoma, aquel lugar en el que lloramos, sin darle importancia a quien nos verá. El hogar es aquel donde convives con las personas que más quieres, a las que mejor conoces, pero también es el lugar donde convives contigo mismo, con tus propios pensamientos y sentimientos.
Recurro a este rincón muy a menudo, de hecho, estoy en él todos los días del año. Pero en realidad, cuando hablo de escaparme del mundo, de olvidarme de todo aquello que me rodea, y que me irrita o aclama, me refiero a un hogar con todas las connotaciones positivas posibles que pueda tener, y no al simple sitio en el que duermes y comes.

Cada vez que salgo de mi cobijo, lo anhelo. Dejo de sentir la calidez de todos los momentos vividos en él, la frescura con la que todavía viajan las memorias y los recuerdos de foto en foto, de cuadro en cuadro, la nostalgia de sentir que nunca nada volverá a ser como antes en ese mismo salón, ni con esa misma persona...Pese a todo lo que sienta en cada momento de mi día a día, siempre estará en la cima de la montaña más alta de la cordillera de mi alma, mi hogar.
De nuevo, planteo un dilema para mí misma que quiero compartir con los demás, una sensación, nuevamente, inexplicable, pero que sencillamente vive y transciende todo lo material.

Ni una tarde repleta de las mejores noticias entre amigos, ni una agradable compañía mientras paseo por las calles de una de las ciudades más bellas del mundo, ni un "capuccino" en el Campo di Fiore de Roma, nada es comparable con la ligereza que siento, como si flotara en el mar más sereno del planeta, o como si estuviese tendida sobre el prado más fresco, cuando estoy en mi pequeño y entrañable rincón.




Disfruto cada minuto que paso en él, y lo vivo como si fuese el último.

Vuelvo a coger aire, pero esta vez lo expulso, y comienzo a andar sin rumbo alguno, simplemente me dirijo a donde quiera que mis recuerdos me lleven...espero llegar a mi HOGAR.


María B.

sábado, 18 de mayo de 2013

Observando miradas

Que desconcertante resulta plantearse la vida desde los ojos de una persona de dieciséis años, cuando solo tienes tiempo para mirar por ti mismo, por formarte y realizarte como persona gracias a las capacidades adquiridas al nacer por ser sencillamente un ser humano.

Nos miramos, unos a otros, y nos percatamos de las infinitas diferencias que se presentan entre todos los individuos humanos y tu mismo. Esas diferencias, las causantes de que exista tanta diversidad de ojos, bocas, labios, cuerpos..., son por las que nos fijamos en los demás.

Cuando salimos a dar un paseo, o vamos al cine, o a comer a un restaurante, nos encontramos con todo tipo de personas, algunas de ellas con rostros simpatizantes, otros con cierto aire de enfado, muchos con la mirada perdida, como si no tuvieran nada por lo que sonreír o llorar...

Hace algunos días, cuando me subí a un medio de transporte público, me fijé, en una de sus muchas paradas, la cantidad de personas que no sonreían, y también en aquellas que mostraban ciertos ojos brillantes, como si estuviesen a punto de llorar, o bien, que lo hubiesen estado haciendo hasta el momento de enfrentarse a la multitud y a sus miradas por unos simples ojos cristalinos y unos pómulos algo rojos.
Pero lo que más me llamó la atención fue algo que ocurrió dentro de mi misma. Algo que me había pasado ya antes, pero no se cuando. Pues bien, aquello que tanto me llamó la atención fue el ver a un hombre, un hombre que no tenía pinta de estar muy contento con su vida, conclusión que saqué debido a la forma de andar y la expresión tan triste que mostraba a cada lado de su cara.
El caso es que en una de las direcciones en las que mandó sus miradas para buscar sitio, me miró. Fue en ese preciso instante en que pregunté a mi misma: "¿Qué estará pensando? ¿Será feliz?"





Está claro que es imposible responder a este tipo de preguntas si la persona a la que se refiere dicha respuesta es ajena a ti. Pero sí podemos imaginarnos la clase de vida que podría llevar, bien por su forma de vestir, o de mirar. Por mí misma comencé a indagar de forma inexplicable y fantástica en la vida de aquel hombre, y de repente me sentí extraña. ¿El motivo? Pensar que el mismo hombre del que yo estaba sacando mis propias conclusiones podría estar haciendo lo mismo.
Obviamente, con esto no quiero decir que la gente haga continuamente una proyección en su mente de la vida de cada persona que pasa a su lado, pero sí que es una experiencia que me lleva pasando de continuo, de la cual no se que más puedo decir.

Simplemente un sentimiendo que me lleva acompañando ya desde hace tiempo, que lo noto cerca de mi en algunas ocasiones, y quería compartirlo con vosotr@s.

María B.

jueves, 9 de mayo de 2013

Una pequeña confesión...

¿Nunca has sentido que has defraudado a una de las personas que más quieres? ¿Y comienzas a pensar en todo aquello que podrías haber hecho para que las cosas se hubiesen dado de otra manera, y para no haber causado un determinado dolor en quien tu consideras especial?

Siempre nos dicen que tenemos que actuar como creemos que es correcto, y de la manera en que nosotros consideramos adecuada, lo que no nos dicen , son las consecuencias. "No nos leen la letra pequeña de nuestro contrato de vida".
La única manera que tenemos para descubrir y comprobar esas repercusiones tapadas por la sedosa y fina sábana del misterio, es tomando decisiones. Ahora bien, no pretendamos que esas decisiones gusten a todo el mundo, ya que es imposible. Es humana y moralmente imposible lograr el apoyo de todos los individuos humanos. 

Con 8 años descubrí mi primera pasión, la cual me acompañó durante 7 largos años de mi vida. El piano. Comencé con sencillas obras de Thompson, y fui progresando hasta conseguir deslizar los dedos por las mismas notas en las que Mozart, Beethoven, Bach, Burgmüller o Chopin lo habían hecho. Claro está que el deslizar mis dedos por dichas teclas, no suponía que tocase ni una décima parte de lo que todos estos grandes músicos tocaban.¡Qué más quisiera yo! Tuve un par de baches a lo largo de mi aprendizaje como joven músico, en los cuales me planteé el abandonar, pero tuve la gran suerte de contar con los mejores profesores y con el gran apoyo de mi eterna compañera. Conseguí superar los 6 años de enseñanza básica, momento en el que me sentí plenamente feliz y orgullosa. 








Pero aquí no acabó todo. Decidí proseguir con este gran instrumento, tanto físico como psíquicamente, con el cual me había sentido relajada desde el primer momento en que acaricié el pomo de mi aula de música y respiré el aroma de encontrarme al lado de la persona que me iba a enseñar como manejar al complejo instrumento del piano.
Al finalizar el curso pasado comencé a sentir algo distinto con respecto a él. No conseguía centrarme en lo que para mí para había sido una afición, un hobbie, una distracción...
Finalmente, decidí dejarlo, de lo cual me arrepiento enormemente. No solo por la cantidad de gastos económicos que supone tocar un instrumento durante tanto tiempo y además tenerlo presente en casa, como regalo de Navidad, sino por todo el tiempo empleado en practicar y practicar, y a estudiar el lenguaje básico para leer música, así como para comprenderla.

Siento que defraudé a mi madre en el mismo instante en que la dije que pretendía abandonar, y la destrocé cuando lo hice.

POR TODO ELLO PIDO PERDÓN, por el esfuerzo que empleó para que pudiera aprender uno de las grandes artes que tenemos en nuestra dimensión cultural.  

Lo que pretendo comunicar con esta pequeña historia es que hagamos lo que hagamos, siempre habrá alguien a quien le desagrade, pero las únicas personas que deben preocuparte son aquellas que sabes que estarán apoyándote en todos los proyectos de vida que te plantees. Aquellas que realmente te quieren y sabrán como aconsejarte para evitar que cometas los mismos errores...


María B. 





domingo, 5 de mayo de 2013

Sensaciones inexplicables

Llega una época en nuestra vida en la que nos comenzamos a sentir atraídos por una determinada tierra, la cual puede ser bien una ciudad, país o continente.
No existen razones exactas para explicar estas sensaciones, simplemente comienzan a surgir por diferentes factores, como puede ser la inmadurez, pero también por tener intensas ganas de conocer mundo, o simplemente por querer encontrarte en otro lugar distinto al que conoces, y en el cual te ahogas por la rutina.

En mi círculo de amistades ocurre lo mencionado previamente, como el caso de varias amigas con ganas insaciadas de conocer determinadas zonas de África, o de visitar la intrínseca tierra de Nueva Zelanda, o de saborear las maravillas de la "Ciudad eterna".

Por supuesto, a mi me ocurre exactamente lo mismo. Desde hace varios años siento deseos de conocer a fondo un país que a mucha gente no parece conmoverle, el cuál no despierta la inquietud ni el interés de muchas personas, pero es justamente del cual me encantaría descubrir cada detalle y misterio. México.

Como todos sabeis, México es uno de  los países más conflictivos actualmente a nivel mundial.
El motivo de estar siempre en el punto de mira, es porque hace frontera con los Estados Unidos de América, motivo más que de sobra para tener a núcleos piliciales y gubernamentales a su alrededor. Solo en el estado de Tijuana, se decubrieron 135 toneladas de marihuana, así como en otros estados como Nuevo León, Ciudad Juárez y Tamaulipa.

El narcotráfico en toda América Latina tiene un objetivo que reina por encima de los demás. Estados Unidos. No sólo el gobierno estadounidense reconoce que México es el camino principal para transportar la cocaína y otras muchas drogas, las cuales tienen como principal orígen, Colombia, con destino EE.UU., sino que también es el propio gobierno mexicano el que lo admite.

Pero, además del narcotráfico, existen otras formas de delincuencia que se dan en México. Cada año incrementa el número de víctimas por abusos sexuales, maltratos físicos, machismo...
Uno de los principales países preocupados por tal situación, es su vecino del norte, el cual aporta cifras y datos de todos aquellos afectados, con el objetivo de poder tratar la mala situación que se vive en él desde hace muchos años.

Dicho todo esto, me queda más que claro el peligro que supone vivir en un país como el citado, con una abismal diferencia de clases sociales, y un gobierno que no es capaz de parar los pies a todos aquellos que masacran y destruyen a personas inocentes.

Hace un año visité el país al que tanto había soñado, y por desgracia, ví como era la vida de mucha gente a 3 metros de un hotel donde las personas se pelean por coger el mejor sitio de la playa. ¿Cómo es posible que 3 metros puedan suponer un cambio tan radical en la forma de vida de la gente?

No se me han quitado las ganas de volver a visitar todo lo que no puede ver en 9 días de ese gran país, pero lo que sí tengo claro es que mi perspectiva acerca de donde me gustaría pasar abundantes años de mi vida, ya no es la misma.



                                

María B.